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Camino hacia delante, dejando todo atrás.
Sonreí en vano a la nada. Sufría mucho más de lo que disfrutaba al caminar. ¡Y quería ser libre! Pero no me sentía en condiciones de pedir justicia. No me di a mí mismo la oportunidad de levantarme ni por un minuto. No estaba en condiciones, no Señor... Yo estaba yéndome para no volver a recordar. Y ojalá fuese así de fácil.
<<-Que el Señor esté con ustedes...
-¡Y con tu espíritu!
-Levantemos el corazón...
-¡Lo tenemos levantado hacia el Señor!>>
Los recuerdos invadían mi cabeza una y otr vez, sin descanso... Las lágrimas que caían al piso cuando me arrodillaba y cómo me temblaba el alma a la hora de levantarme y ver Su figura de madera policromada. Había ido a buscar una gota de misericordia a la iglesia por los viejos tiempos y sentía que estallaba en llamas rodeado de tantas cruces.
¡Dios, Jesús y la vida eterna!
La promesa del Cielo se veía cada vez más lejana. Sonreí para mí mismo."
-Confesiones de un viejo en la ruta, capítulo I: "Mañana es mejor", 2015.
M. L.
¡Qué bueno que hayas vuelto al blog!
ResponderEliminar¡Qué alegría me dio este comentario! Muchas gracias, qué agradable bienvenida.
EliminarTe sigo leyendo. Un abrazo!
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