Una noche fría.
Salir a buscar refugio
en la brisa
que eriza
la piel.
Cerrar los ojos,
sintiendo de a poco,
el temor
de que algún día
todo se termina.
Si somos esto,
y más,
y a la vez
nada somos.
Es la constante
sed de dualidad.
Somos humanos.
Carne,
huesos...
Y cenizas
de todo
lo que nunca dijimos,
que murió
de manera involuntaria
en los labios cerrados.
¿Por qué
nos es tan difícil
amar?
Mistress Loveless.
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