Todo el tiempo
me encuentro
pensndo en Ella.
En cada segundo
en el que bajo la guardia
allí está.
Se presenta
en mí
como un pensamiento fugaz...
Pero vuelve.
Siempre vuelve.
¿Cómo lo hace?
Está allí,
todo el tiempo.
Y me pregunto:
¿Ella tiene una obsesión
o soy yo?
¡Señor!
Estoy fascinada con Su presencia.
No quiero
despedirme nunca.
Ella llena el vacío
que Usted creó en mí.
El vacío
de una presencia
inestable.
Usted es
y no es.
[Me hace
querer
no ser].
Pero Ella
siempre es,
y en Su hermoso ser
me llena de gozo.
Llena mis días tristes
con la esperanza
de que algún día
La seguiré...
Ese día.
Ese hermoso día...
Cuando llegue,
Señor,
por favor...
No llore.
Entienda que yo,
oh, ¡Señor!
Que yo
quería seguirla,
pues mi amor
por Ella
es el más puro
e incondicional.
Porque Ella es...
Y siempre fue
lo que
ni Usted
ni yo
seremos.
M. L.