Sobre opiáceos, té, amor y otras drogas.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Qué cósmicas nuestras miradas.
Tentando al vacío con tus lágrimas.
¡Ay, si lo supieras!
Que mi visitas no escasean en tu vejez.
Que la vida misma me puso acá, en este tablero.
¿Y quién soy yo para juzgar a la vida con solo palabras desoladas?
¡Ay, que si lo supieras!
Nunca me habrías pedido que bajara, con vos el camino es solo hacia arriba.
Adelante.
Al Cielo.
Pero... El Infierno...
La tentación y el juego mutuo.
¡Y la vida, mi amor, arde más que las llamas eternas!
Y el rumbo del viento...
¿Es que acaso existe?
Son solo alardes de una vida sin brillo.
Pero tu mirada...
Lago profundo que no querés salir.
Y que revalsás de nostalgia.
Siempre andarás en mí...
Siempre andarás.

Mistress Loveless.

sábado, 15 de noviembre de 2014

De repente vi todo rojo.
Sé que pensás en mí cuando estás con ella.
Dentro de ella...
Y debe ser difícil para vos negarlo.
Ocultarlo...
¿Por qué?
¿Qué es lo que tengo que hacer?
Lloraba sangre expuesta en un respiro de tu ser.
Y me ignoraste con todas tus cualidades.
¡Qué grato!
¡Qué grato!
Cuando arañe tu piel en un grito desgarrador sabré que estuviste pecando en mi nombre.
¡Y mi nombre manchado!
Qué desdicha la mía de amar a un solitario.
¡Y cuánto deseé enternecer tu carne!
¿Acaso pasaste detrás mío?
¿Dónde estás ahora?
¿Tomando mi mano, acariciando mi piel, besándome?
Te veo...
Te veo cerca del alba.
¿Por qué no me llevás con vos?
Quiero huir de mi voz y hundirme en tus cuerdas vocales.
Dos cuerpos en una sola alma.
¿Cuántos años fueron los que vagaste en este mundo errante?
Tan solo doscientos años hundiéndote de a poco.
Y los quiero con vos.

Mistress Loveless.

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije!

Las turbias aguas del río
son hondas y tienen muertos;
carapachos de tortuga,
cabezas de niños negros.
De noche saca sus brazos
del río, y rasga el silencio
con sus uñas, que son uñas
de cocodrilo frenético.
Bajo el grito de los astros,
bajo una luna de incendio,
ladra el río entre las piedras
y con invisibles dedos,
sacude el arco del puente
y estrangula a los viajeros.

¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije!

Enanos de ombligo enorme
pueblan las aguas inquietas; 
sus cortas piernas, torcidas;
sus largas orejas, rectas.
¡Ah, que se comen a mi niño,
de carnes puras y negras,
y que le beben la sangre,
y que le chupan las venas, 
y que le cierran los ojos,
los grandes ojos de perlas!
¡Huye, que el coco te mata,
huye antes de que el coco venga!
Mi chiquitín, chiquitón,
que tu collar te proteja...

¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije!

Pero Changó no lo quiso.
Salió del agua una mano
para arrastrarlo... Era un güije.
Le abrió en dos tapas el cráneo,
le apagó los grandes ojos,
le arrancó los dientes blancos,
e hizo un nudo con las piernas
y otro nudo con los brazos. 

Mi chiquitín, chiquitón,
sonrisa de gordos labios,
con el fondo de tu río
está mi pena soñando,
y con tus venitas secas
y tu corazón mojado...

¡Ñeque, que se vaya el ñeque!
¡Güije, que se vaya el güije!
¡Ah, chiquitín, chiquitón
pasó lo que yo te dije!

Mistress Loveless.